Vivir cerca al centro es entretenido, una de las cosas más interesantes es que uno no tiene que estar tanto rato montado en un Coonatra como cuando uno vive en Laureles o Belén (lo digo con conocimiento de causa), es más, a veces uno se puede bajar un poquito antes de esa maquina de tortura rodante digna de la inquisición y tomar fotos como esta, en la que a uno no le importa si un carro está a punto de atropellar su humanidad (sí, aunque odio al género humano, todavía me considero parte de este) con tal de tomar la foto... bueno, lo que ven al fondo es la carrera llamada El Palo, que atraviesa el centro de Medellín a una cuadra al oriente de la Avenida Oriental y por la que circula diariamente la maquina torturadora ya mencionada todos los santos días, agrediendo la integridad mental (y hasta física) de no se cuantos miles de Medellinenses y otros habitantes del Valle de Aburrá de manera diaria pero no tan constante los fines de semana, todo esto en formas variantes, como montar más gente de la que le cabe al vehículo (siendo tan caradura el conductor que dice: "se me corren para atrás si son tan amables"), la clásica guerra entre buses que lleva a que uno no se baje en la cuadra que es sino en la que está 354 metros más adelante, o los constantes frenos que hacen que se le revuelvan a uno las visceras y quiera devolver el desayuno, la torta de la primera comunión y hasta la primera compota que a uno le dieron... bueno, esto lo estoy volviendo como medio personal, por eso para terminar quiero recordar lo que les dije a un par de amigas un día en el que expresaron que era lo que querían para sus vidas; ellas dijeron que querían montar una empresa y bueno, toda esa cosa emprendedora..... a lo que yo dije (con el corazón en la mano, como dice mi amiga Pilar): Yo quiero no volver a montarme en un Coonatra en la vida...
Más historias de Coonatras en próximas entradas, Gracias.
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