Creo que en cualquier casa hay cerámicas y muñequejos mañés de porcelana que las mamás llevan a sus casas y están orgullosas de tenerlos o simplemente no los botan porque alguien se los regaló, es el caso de unos pingüinos de yeso que le regaló una amiga a mi mamá, eran horribles y estuve muchas veces tentado por romperlos, cosa que logré después de diez años de tenerlos... creo que hay pocas sensaciones en el mundo tan placenteras como la destrucción de objetos sin valor alguno, los invito a destruir... es reconfortante...
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