Se estaban demorando, llevaban un buen rato sin alebrestarse los estudiantes revolucionarios de la Universidad de Antioquia. Yo no la voy con esa forma de revolución, tengo mis razones para ello pero respeto que ellos se manifiesten, al fin y al cabo todavía estamos en un país en el que aún podemos decir lo que queramos. Bueno, la imagen que ven fue tomada desde un local en el que venden empanadas a $900, la Avenida del Ferrocarril se ve totalmente despejada, al igual que la calle Barranquilla que la cruza de Oriente a Occidente, hasta allí no llega el efecto del gas lacrimógeno, lo cual permite que nos tomemos unas cuantas cervezas, nos comamos unas cuantas empanadas (o unos pasteles de pollo) mientras que otros le crean trabajo a otros mientras originan disturbios... Así funcionan las cosas en mi país. En fin, prefiero cambiar mi país haciendo lo que sé hacer, que no es precisamente tirar piedras, sino hacer (o escribir) historia... y ojo, no tiene que ver con decir la verdad, pero ahí estaría adentrándome en cuestiones del oficio de historiar.
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