Una de las cosas que me marcaron desde que estaba niño es el hecho de que mi madre es auxiliar de odontología, entonces crecí con una especie de odio hacia los profesionales de la salud dental, puesto que son desesperantes con su profesión y quieren hacerla extensiva a su familia y demás allegados, debo admitir que eso me ha permitido acceder a bajos precios en odontología y a buena salud oral, pero con el costo del terror que provoca una fresa de dentistería a punto de taladrar una pieza dental alojada en la propia boca, con el tedio de permanecer horas en la casa con la boca abierta aguantando una sesión "amateur" de profilaxis dental por cuenta de la progenitora, con la vergüenza de tener los labios rojos delante de los amiguitos por culpa de las pastillas o las gotas "reveladoras", con la excelente experiencia de tener la lengua y/o los labios entumidos por causa de la anestesia necesaria para procedimientos tales como la sacada de un diente y sin mencionar la tortuosa experiencia del fluor que sabía a mil traseros (o a un hipotético sabor a estos)... lastimosamente nunca me dieron un dulce ni una gaseosa (creo que sería el colmo y algo paradójico) y me quedó un trauma con la odontología y con los dientes, que aunque los tengo descalcificados y algo picados adelante por comer de forma salvaje, los tengo toditicos (la ñapa es que no me salieron las cordales nunca, ni lo piensan hacer... creo). La foto es de un cuadro de dos que tengo en mi habitación y que proceden de un consultorio odontológico y que, obviamente, tienen que ver con este sádico oficio.
Les recuerdo que este Blog se acaba dentro de pronto... pero pueden visitar el nuevo proyecto: Teorías Relevantes Para Un Mundo Irrelevante... cortesía de Camilo Toscano y este servidor.
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